martes, 1 de octubre de 2013

SEROTONINA



    Ayer releí un artículo de Joan Didion de 1968 sobre sus migrañas y la dificultad que representaban éstas para una vida normal. Leanlo en su libro LOS QUE SUEÑAN EL SUEÑO DORADO.Magnífico sin más. Bien, ya como miserable aprendiz de letras me atrevo a confesarles que bajo la perspectiva de ella me sumerjo en mi salud. Siempre he padecido dolores articulares y reumáticos, incluso cuando uno llegó  a realizar ciertos pinitos en el deporte profesional y los encargados de la salud no veían más que fantasmas o lesiones mínimas. Años más tarde me fue detectada una enfermedad degenerativa ósea por la que fui intervenido cuatro veces en la espalda, convirténdome en un accionista de Hierros del Nalón.


    Pero siendo ésta la base del problema me quiero centrar en lo que conlleva como vida social y personal. Los dolores contínuos día tras día hacen algunos  momentos muy duros y la cara, que dicen equivocadamente que es el espejo del alma,se torna seca y el carácter desagradable, muy desagradable. Los que te rodean intentan animarte o incluso te aconsejan paracetamol sin saber que los parches de morfina y las pastillas que intentan anular la serotonina, puta sustancia del sistema nervioso que segrega éste avisando que hay dolor. Pero el iluso de mi sistema nervioso no se entera que uno no quisiera llegar a los niveles de Gonzo o los beatnickers con su LSD y su límite en las alucinaciones o sueño contínuo. A propósito, el LSD es un derivado de una sustancia que se investigaba para luchar contra el dolor¿?. Cuando uno llega a esos momentos solamente le queda meterse en la cama sin importar día o fecha del año y pensar en lo desgraciado que es uno, especialmente cuando lo que los médicos llaman AURA, llega al máximo. Uno es una mierda, un desastre que cierra la ventana y se encierra en si mismo para agradecer que lo único que funciona bien en su cuerpo en su mente que no para de dar vueltas. Muchas veces para bien y tener un poco de la gran mentira de la inspiración y otras para desear cerrar los ojos no volver a abrirlos.

   Una vez pasa el aura uno se siente mal, no se recupera en horas y el dolor continúa, pero al disminuir uno piensa que ha mejorado, pero no. Especialmente la mente, que está cansada de luchar día a día contra su cerebro.

   Así cuando veáis a alguien que sufre cualquier enfermedad silenciosa, o extraña por su continuidad, pensad lo que pasa dentro de su casa, en su mente.
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario